Las proyecciones privadas para la inflación de julio de 2025 apuntan a un rango entre 1,7% y 2%, un dato que sorprende al compararse con el salto del 14% que experimentó el dólar durante el mismo período. Este comportamiento divergente plantea interrogantes sobre la relación tradicional entre la divisa estadounidense y el índice de precios al consumidor (IPC) en Argentina.
¿Por qué el dólar y la inflación tomaron caminos separados?
Según analistas, varios factores contribuyen a esta aparente desconexión. Una política monetaria restrictiva, impulsada por el control fiscal, estaría limitando el traslado del aumento del dólar a los precios. Las empresas, ante una demanda debilitada y la necesidad de no perder ventas, moderan sus ajustes de precios.
La apertura comercial, que incrementa la competencia, también juega un papel importante al presionar los precios a la baja. A esto se suma el impacto de salarios bajos, que restringen el poder adquisitivo de los consumidores y limitan la capacidad de las empresas para trasladar los costos a los precios finales.
El rol de las tasas de interés y la deuda pública
La volatilidad en las tasas de interés, exacerbada por decisiones del Banco Central, añade complejidad al panorama. Recientemente, el gobierno convalidó un aumento en las tasas de interés en la última licitación de deuda en pesos, buscando contener el dólar y la inflación. Sin embargo, esta estrategia podría tener un costo: un freno en la actividad económica.
Analistas advierten sobre la encrucijada que enfrenta el gobierno: tasas altas para controlar la inflación versus tasas bajas para impulsar el crecimiento. La elección tendrá un impacto significativo en la economía argentina.
- Tasas altas: Contención del dólar y la inflación, pero riesgo de recesión.
- Tasas bajas: Impulso al consumo y la producción, pero riesgo de mayor inflación.
En resumen, la inflación de julio de 2025 presenta un escenario complejo, donde la tradicional relación con el dólar se ve alterada por factores monetarios, fiscales y comerciales. La evolución de las tasas de interés y la gestión de la deuda pública serán claves para determinar el rumbo de la economía en los próximos meses.